Eso significó tres días de migrañas y dolor de garganta, lo que se tradujo en mantenerme enclaustrado en mi habitación con la persiana bajada para evitar que la luz me incrementara más el dolor de cabeza. Y eso no es bueno.
Alguien como yo puede cambiar su forma de pensar y de ver la vida si se encuentra rodeado de oscuridad y soledad entre cuatro paredes. Tres días luchando contra mi mayor problema, mi peor enemigo...yo mismo. O mejor dicho, esa parte odiosa de mí, que puede tirar por tierra todo lo conseguido por mi otra mitad, la buena, la alegre.
No sé si algún día desterraré de una vez ese lado oscuro, si lograré vencerlo sin "daños colaterales", lo que sé es que no me queda otra que salir al mundo y tirar para adelante. Rabiando y maldiciendo por mi suerte no lograré cambiar nada aunque, es posible, que de otra forma tampoco. Siento como si ciertas cosas de este mundo estuvieran prohibidas para mí, como si algo o alguien me impidiera alcanzar lo que deseo constantemente. Como decía Al Pacino en la película "Pactar con el Diablo": "Él dispone las reglas y el tablero, y es un auténtico tramposo. Mira, pero no toques. Toca, pero no pruebes. Prueba, pero no saborees."
En fin, llegan unas fechas importantes en mi familia, con reuniones, comidas, tapas, fiestas y cumpleaños, y no seré yo el que les mantenga preocupado y no les deje disfrutar. Así que nada, a ponerse esa coraza de cristal y a continuar, con camino incierto, pero a continuar. Nunca es tarde para volver a empezar...o sí?